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Humillados. La clave para la visitación de Dios (por Carlos Annacondia). Reseña. Segunda parte.

En la primera parte trabaje con los primeros cuatro capítulos. A continuación seguimos con la reseña de este libro, capítulos 5, 6 y 7.

Consumado es – #5

Este capítulo es precioso, realmente cuando tenemos la gracia de comprender esta verdad nuestra vida pasa a ser nueva. Veamos.

«Dice la Biblia que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Pero a Jesús la muerte no lo pudo retener, porque en Él no había pecado«. Así fue como Jesús logro descender al infierno, «como Rey vencedor, le arrebató a Satanás aquello que en el principio de la creación este le había robado a los hombres: las llaves y las escrituras de la Tierra» (p. 72).

La revelación del Evangelio sigue, «Seamos conscientes de esta realidad. Dios está con nosotros. Ya no hay barreras que nos separen, no hay límites, no existe nada ni nadie que impedir nuestra comunión con Dios. Podemos hablar con Él en todo momento y lugar. Contamos con su ayuda dondequiera que nos encontremos» (p. 74).

De allí nace nuestra autoridad para atar a Satanás y desatar todas las bendiciones de Dios (Mateo 18:18-20). Antes de que exageremos, Annacondia nos recuerda que esta autoridad primero debe verse reflejada en nuestra vidas. Realmente deberíamos preguntarnos cual es la responsabilidad, el propósito y la finalidad de la autoridad que Jesús nos da.

Además de las respuestas que vengan tu mente ahora mismo, tenemos la ayuda de Isaías 61:1. Allí se detalla que debemos anunciar las buenas nuevas, sanar, proclamar liberación y libertad frente a pobres, heridos, cautivos y prisioneros. Vemos que en Mateo 10:8, Lucas 10:19 y Marcos 16:15-18 todas las instrucciones de Jesús van en este mismo sentido.

Un poco más adelante tenemos la historia de como el hombre fuerte de una ciudad habla a través de un hombre atormentado. Frente a eso, se narra como muchos colaboradores y pastores se acobardan, mientras que solo un colaborador permanece fiel y alerta, sin temor. Nunca olvidemos las bases de nuestra autoridad, porque al temer nos rendimos. Y eso no debería pasar. Enfrentemos entonces todos nuestros temores antes de ir a la guerra.

Aquí Annacondia aclara que al atar en el nombre de Jesús a un hombre fuerte, es posible ordenar que baje sus manos y sostenga sus manos inmóviles junto a su cuerpo. También aclara que nunca que un demonio es echado fuera puede entrar en alguien que esté presenciando el evento, la única puerta abierta es el pecado.

«A través de esa experiencia (…) Dios me dio una enseñanza. La autoridad de sus hijos será probada, para que así demuestren que creen en aquello que les fue delegado» (p. 81).

También nos dice que no cree que la autoridad y este ministerio de liberación sea algo exclusivo, él cree que es para todos los que creen. Claro que «no podemos vivir de acuerdo a nuestro parecer, sin consultar la voluntad de Dios, y pretender ejercer dominio sobre el mundo espiritual. La Biblia nos enseña cómo debemos vivir y comportarnos para tener autoridad. Y nadie puede tenerla, si primero no está sujeto a autoridad» (p. 83).

El Evangelio Encubierto – # 6

Es responsabilidad de la Iglesia destruir toda barrera, todo cerco, todo vallado que no separe de aquellos que tienen hambre y sed de Dios (p. 95). La responsabilidad de la evangelización depende de nosotros, y no de las personas que tienen que oír (p. 97).

«No existe el corazón duro para Dios (…) Si la gente no cree es porque hay un demonio de incredulidad que la gobierna» (p. 97). «¿Que debemos hacer para que la gente crea? Echar al dios de este siglo de la región, y decirle: Satanás. demonio de incredulidad, suelta las mentes! Cuando Satanás suelta las mentes, la luz del Evangelio resplandece» (p. 98)

Un llamado a la madurez espiritual – # 7

Este capítulo final remarca algo ESENCIAL que al comenzar este camino personalmente no sabía, aunque sí lo intuía y lo viví muy a fondo: «ustedes (…) son herederos según la promesa (…) mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo» (Gálatas). Cuando aceptamos a Jesús somos como recién nacidos y necesitamos de otros para nuestro sustento, nuestra capacidad es muy limitada.

Este desarrollo y crecimiento es necesario para poder ejercer la autoridad que Jesús nos entregó, al 100%. ¿Cómo saber si aún somos espiritualmente inmaduros? La madurez puede variar dependiendo el área, pero un síntoma es la esclavitud y los cambios de humor impulsados por los cambios en las circunstancias. Esto también aplica a Iglesias, que demuestran su inmadurez al estar «distraída e involucrada en temas menores, mientras el pecado, el dolor y el sufrimiento crecen a pasos agigantados. Egoísmos, orgullos, celos, envidias, chismes… Unos contra otros, acusaciones (…)» (p. 112).

Por último, Annacondia nos aclara que todo este libro se ha basado en su propia experiencia a lo largo de más de treinta años de ministerio, no en lecturas o teorías. «Hay un mundo que espera la manifestación de los hijos de Dios» (p. 114).


Bien, aquí termina la primera reseña en la que trabaje para ReyJesus.net

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